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De pronto una gran paz, un gozo profundo, algo indescriptible e intenso que no tenía explicación, ni causa inmediata, me hicieron despertar. Yo me preguntaba a mi misma: ¿estoy viva?, ¿estoy en el cielo?, ¿de donde tanta paz y tanto gozo?...y luego escuché una voz interior, clara y profunda: "Glenda, es que alguien esá orando por tí". Me levanté de un salto, pues me sentía llena de vitalidad y me dirigí al oratorio de mi casa. No se apartaba de mí aquella voz: ¡alguien está orando por tí..! y comenzó a brotar de mi interior una música; esa música que suelo escuchar dentro cuando hay alguna Palabra de Dios que me toca o experimento una visita de Dios en mi corazón. En ese momento supe y tuve la certeza de que en algún rincón del mundo alguien estaba orando por mí: un campesino, un enfermo, una mamá, algún familiar, tantos monjes y monjas que dedican su vida a la oración en la clausura..¡alguien estaba orando por mi!.

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Pasaron los días y realizaba un concierto en la cárcel de mujeres de Gibraltar; tras las horas de visita, me encontré con una mujer, una de las internas que estaba muy rebelde y con mucha rabia contra Dios y su existencia. El resto del grupo de internas junto con el sacerdote que nos acompañaba tuvimos un largo rato de oración. Fue en ese momento cuando el Señor me movió a cantar a esa mujer el estribillo que rondaba en mi cabeza: ¡alguien está orando por ti!. Empecé a cantar y se me regalaron las palabras que tenía que decirle en las estrofas de la canción. Ahora esta música era para ella que se sentía decepcionada de Dios, de la vida y de todos: "Hoy tengo frio, no siento nada, el tiempo pasa por la ventana, pero de pronto algo cambia: es que alguien está orando por mí". Entonces sucedió el milagro: aquella mujer se incorporó al grupo, pudo reconciliarse con Dios, consigo misma y con la vida.

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En este disco he querido ponerle voz al desconsuelo de la existencia humana sin Dios; sin embargo otras canciones estan llenas de paz y esperanza como en la vida misma, que conviven desconsuelo y consolación, tristeza y alegría. Vivas lo que vivas, pase lo que pase: ¡Alguien está orando por tí!. Y cuando escuches mi voz o sientas hablar de mi, te lo suplico, no te olvides de elevar una oración por esta servidora, que también al cantar estas canciones oró por tí. 

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